t-el abuso es peor

El abuso es peor

Pensamientos sobre lo que es violencia y lo que es abuso.

Hendrik Vaneeckhaute, psicomotricista y especialista en prevención y salud infantil

www.emo.bio

En estos días hemos podido asistir a una discusión técnica sobre la diferencia entre abuso y violencia. Una discusión que deja a una gran parte de la sociedad estupefacta e indignada. Ya no lo acepta.

La violencia entre personas nace cuando se hace un juicio de valor en una situación donde existen diferencias entre dos personas. Ejerce violencia él que cree que es superior a otra persona diferente y actúa de esta forma, no respetando a la otra persona. Por ser blanco, por ser hombre, por ser adulto, por ser político, por pertenecer a un cuerpo de seguridad, etc.

La violencia estructural se da cuando en una sociedad, el estado y las estructuras que lo conforman, mantienen o favorecen situaciones en las cuales algunas personas son consideradas superiores o inferiores a otras. Manteniendo injusticias, privilegios, abusos, agresiones, etc.

En el abuso, se utiliza una forma de violencia algo más sútil que la violencia meramente física. Es el uso del poder de la fuerza impuesta, de la amenaza, el poder de la intimidación, de la sumisión, de la manipulación. Utiliza diferentes formas de aprovechar de una posición de supuesta superioridad (tradicional, cultural, estructural), para imponer la voluntad sobre el otro. El otro, el ‘inferior’, se somete, a veces sin ni siquiera saberlo, porque es manipulado y engañado, como en el caso de la negación de violencia en un abuso sexual de una niña de 5 años porque ella “no opuso resistencia. O se somete desde lo aprendido. O desde el miedo, esa emoción tan potente, que a veces nos hace huir o luchar para defendernos, pero muchas veces nos paraliza, como bien se explica en este artículo.

¿Y, por qué digo que es peor? Por que inculca en la víctima, esa duda de qué hubiera pasado si hubiera reaccionado de otra forma, una duda de que igual no ha hecho lo correcto, una sútil o no tan sútil sensación de culpabilidad. ¿Tendré yo culpabilidad de todo lo que ha pasado? ¿Por qué no me he defendido? ¿Por qué? Y además, el mismo organismo, desde la vivencia de esa violación de la integridad, busca defenderse. Construye un muro de defensa sobre la experiencia. El olvido, la sumisión y resignación, incluso existe un mecanismo de defensa psíquico que convierte el dolor en placer, por pura supervivencia ante situaciones permanentes de violencia estructural.

Cuando no está clara la situación de violencia que vive una persona, resulta más difícil recuperar y sobrellevar la vivencia y también de verbalizarla y denunciarla. Y los que ejercen la violencia desde el abuso, se aprovechan de esta situación para defenderse, para minimizar o negar la violencia.

Hacer la diferenciación entre abuso y violencia, considerando el primero como más leve, viene justificado desde un pensamiento de que no es tan grave, incluso normal, que el más fuerte utiliza su poder para imponer su voluntad sobre el otro. Y claro, no puede ser violencia (según esa lógica). En la crianza, en la educación, en el sistema político, en todo vemos la misma lógica de sumisión a la autoridad por que sí, sin importar las necesidades del otro. Los políticos pueden mentir, manipular, ser corruptos, y no dimiten hasta que no exista una presión mayor. La fuerza de la ley siempre tiene razón, sin importar el lado humano. Por eso se puede dejar en la calle a cualquier familia, la deuda se tiene que pagar al banco, porque es la ley de la lógica racional. El orden se tiene que cumplir.

En el fondo está la base de lo que se suele llamar la sociedad patriarcal. La sumisión al dios padre, al rey, al hombre, a la ley.

La rebelión contra la violencia, contra el abuso, es una expresión sana y necesaria para la sanación y para construir otra sociedad.

La agresividad, en contrapuesto a lo que es la violencia, es la energía que tenemos para conseguir lo que necesitamos. Es lo que nos hace mover para tener satisfechas nuestras necesidades básicas, y para defendernos.

La agresividad, no daña al otro, siempre y cuando puede desarrollarse de forma equilibrada. No forma parte de las necesidades de ningún ser humano hacer daño a otro. Somo seres profundamente sociales, y nacemos y vivimos dependiendo de los demás, y así nos desarrollamos cuando se nos respeta.

A mi me parece que necesitamos más agresividad en la sociedad, y menos violencia estructural. Sólo así las cosas cambiarán.